miércoles, 21 de enero de 2015

Una técnica para fabricar transgénicos seguros

En la novela Parque Jurásico (1990), Michael Crichton ideó unos dinosaurios con ADN modificado genéticamente que solo eran capaces de sobrevivir con un aminoácido, la lisina, que tenían que suministrarles sus creadores. El propósito era que no pudieran escaparse de la isla donde vivían y es, en cierta forma, la idea que pulula por el mundo de los organismos modificados genéticamente (OMG o transgénicos) desde la década de 1970: buscar una forma de contención, una manera de impedir la proliferación de unos compuestos que, a pesar de su demostrada utilidad en muchos campos, sigue generando preocupación social. El símil lo aporta el director del Laboratorio de Microbiología medioambiental molecular del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), Víctor de Lorenzo, a raíz de la publicación hoy en Nature de dos estudios que suponen un importante avance en la deseada garantía de seguridad de los OMG.
Lo que han conseguido de forma parecida dos grupos estadounidenses -de las universidades de Harvard y Yale- es crear una bacteria modificada genéticamente, cuyos genes sólo codifican para un aminoácido que no existe en la naturaleza. Así, en el hipotético caso de que esa bacteria -o cualquier otro OMG en el que se reprodujera el proceso- escapara al control de sus creadores sería incapaz de sobrevivir. También de mezclarse con especies naturales similares porque, de hecho y como subraya de Lorenzo, "es una suerte de bacteria cyborg", en la que por primera vez se consigue un organismo vivo con cualidades sintéticas.
Los equipos dirigidos por el mediático George Church, que habló en su día de la posibilidad de clonar un Neandertal y Farren Isaacs, respectivamente, han llevado a cabo, de nuevo en palabras de de Lorenzo, "una tarea mastodóntica". Lo explica Josep Casacuberta, investigador del Centro de Investigación en Agrigenómica: "Cada proteína está formada por 20 aminoácidos esenciales, que están codificados en tripletes de letras en el ADN, cada uno de los cuales codifica un aminoácido. Los investigadores han sustituido uno de estos tripletes por otro que sólo codifica para un aminoácido que no existe en la naturaleza".
La consecuencia inmediata de este cambio genético, que ellos han llevado a cabo en la bacteria Escherichia coli, es que la única manera que tiene este organismo de crecer es cuando alguien le suministra ese aminoácido que no existe de forma natural. "Han convertido a esta bacteria en dependiente estricta de un suplemento de un aminoácido que no existe", subraya Casacuberta.
Manel Porcar, investigador del Institut Cavanilles de Biodiversitat y Biologia Evolutiva de la Universidad de Valencia, utiliza una metáfora clara para definir el hallazgo: "Han creado esclavos metabólicos, resistentes a mutaciones" y continúa: "Han logrado hacer esta forma de vida incompatible con la vida tal y como se conoce, se podría equiparar a una supuesta forma de vida alienígena en la que una pata es artificial".
Si bien todos los investigadores consultados por EL MUNDO coinciden en señalar su entusiasmo por el avance publicado enNature, éste decae a la hora de hablar de sus implicaciones prácticas. En teoría, podría acabar con las preocupaciones de los críticos a los usos más comunes de los OMG, como los agrícolas, porque es el mecanismo de biocontención más robusto creado hasta la fecha.
Para Casacuberta, la aplicación práctica más cercana estaría en labiorremediación, el uso de bacterias para solucionar problemas de contaminación ambiental. "No podría colonizar otros ecosistemas porque en ellos no estaría el aminoácido que se le tiene que añadir para su supervivencia".
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