Después de veinte años trabajando en los laboratorios de España y Austria, el biólogo y médico uruguayo Rubén Agrelo, de 45 años, no duda un momento cuando le preguntan cuándo supo por primera vez de la existencia del síndrome de Werner: “Fue a los 21 años, leyendo un libro de genética en la Facultad de Ciencias de Montevideo. Por aquella época ya me interesaba el vínculo entre cáncer y envejecimiento, algo que no estaba muy de moda. Esta enfermedad rara, que produce el envejecimiento de 50 años en menos de diez, a partir de los 40 años, eran la expresión más brutal de todo un proceso”.
El profesor Agrelo se está acercando a una posible cura para esta enfermedad rara identificada en 1904 por un dermatólogo alemán. El mal de Werner afecta a menos de 1 cada 100.000 personas en el mundo y no tiene ningún tratamiento. Visto desde su luminoso laboratorio del Instituto Pasteur de Montevideo, todo parece un camino natural, hasta sencillo, pero en realidad se trata de un largo proceso.
La foto es célebre entre los investigadores: muestra a una joven japonesa de 15 años que a los 48 tiene el aspecto de una anciana. Con esa imagen en la cabeza, Agrelo orientó sus pesquisas hacia laepigenética, la ciencia que busca las huellas del estilo de vida sobre nuestros genes. La epigenética sostiene que nuestro genoma no determina completamente las patologías que podemos sufrir, sino que factores externos también influyen. A nivel mundial, uno de los máximos exponentes de esta disciplina es el doctor español Manel Esteller, quién recibió a Rubén Agrelo en su laboratorio del Centro de Investigaciones Oncológicas de Madrid entre 2001 y 2005. El trabajo junto a Esteller fue esencial en la formación del científico, quien continuó después su trabajo en el Research Institute of Molecular Pathology de Austria entre 2005 y 2010
¿Por qué dos hermanos gemelos pueden sufrir enfermedades muy diferentes?, se pregunta la epigenética desde hace varios años. La respuesta está en un mecanismo de supresión de las funciones de los genes que provocan un error, y con este fallo, la enfermedad. Este mecanismo, diferente a la mutación, se llama metilación y es una de las modificaciones más importantes que estudia la disciplina. Los investigadores buscan tratamientos para el cáncer; gracias a la identificación del gen defectuoso en cada paciente esperan crear fármacos antitumorales a la carta. Estos remedios epigenéticos, capaces de revertir el proceso de degradación celular, se utilizan actualmente para curar algunos casos de leucemia o linfomas.
“Lo primero que tuve que hacer es establecer líneas celulares de los enfermos a través de linfocitos, sacar el ADN, amplificarlo, clonar 5.000 pares de bases y ver dónde estaba la mutación”, explica el doctor uruguayo. “Descubrí una mutación nueva que no estaba descrita [en esta enfermedad hay muchas mutaciones distintas]. Y un día, mientras cultivaba las células con antibióticos, comprobé que había un funcionamiento normal de la proteína en el núcleo. Y pensé, esto es muy raro, esta proteína no debería llegar al núcleo. Entonces empecé a probar sistemáticamente con muchos fármacos y vi que la proteína funcionaba bien”, añade Agrelo.
En los enfermos de Werner, cuando la proteína está mutada la señal que la llevaría al núcleo no existe, por lo cual no puede cumplir su función reparadora del ADN; entonces se produce inestabilidad genómica que, en este caso, provoca envejecimiento acelerado. Agrelo pudo identificar este fallo en los pacientes y también los fármacos que permiten que dicha proteína siga su camino y retome su normal funcionamiento
El tratamiento descubierto por el uruguayo todavía no está en fase de ensayo clínico, pero el investigador asegura que, por tratarse de medicamentos bastante inocuos, como antibióticos, la etapa no debería ser demasiado compleja. El camino está trazado, ya que el descubrimiento acaba de ser publicado en la revista Epigenetics.
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