Hace unos 250 millones de años se produjo una extinción de seres vivos tan colosal que, en comparación, la que afectó a los dinosaurios parecería un simple contratiempo. En aquel lejano momento, al final del Pérmico, apenas sobrevivió una de cada diez especies marinas y más de la mitad de las familias vio interrumpida su posibilidad de progresar legando descendientes al Triásico. Sus principales afectados fueron los trilobites pero, además, desaparecieron microorganismos como los fusulínidos (foraminíferos gigantes), corales rugosos y tabulados, blastoideos (una clase de equinodermos) o varios tipos de peces, mientras que redujeron sustancialmente sus efectivos briozoos (organismos coloniales), braquiópodos, ammonoideos, tiburones, peces óseos, diversos equinodermos (como los crinoideos), euriptéridos (artrópodos acuáticos) y ostrácodos (minúsculos crustáceos con caparazón bivalvo). Asimismo, los efectos se dejaron notar en el continente: desapareció la mayoría de las familias de reptiles (entre ellas al menos quince familias de reptiles mamiferoides) y de anfibios, así como varios órdenes de insectos.
Las grandes extinciones son terribles para quienes resultan afectados pero tienen una gran ventaja: la limpieza que provocan en los diversos ecosistemas deja espacios libres para nuevos tipos de seres vivos. Unos alumnos aplicados a la hora de aprovechar las oportunidades fueron los cocodrilos, los reptiles de mayor tamaño que viven en la actualidad y cuya historia como grandes depredadores se remonta hasta esos remotos tiempos, como describe un equipo estadounidense encabezado por Lindsay Zanno, delMuseo de Historia Natural de Carolina del Norte.
Los primeros cocodrilomorfos conocidos (grupo que incluye a los cocodrilos y a sus antepasados más relacionados) eran más bien pequeños, pero esa imagen cambia ahora tras la descripción de una nueva especie de gran tamaño (pues su cráneo superaría el medio metro de longitud) que vivió hace 231 millones de años en Carolina del Norte. El recién llegado, al que se le ha dado el nombre de Carnufex carolinensis, se convierte así en uno de los más antiguos, más grandes y más primitivos -en términos evolutivos- de todos cocodrilomorfos conocidos. Carnufex y los primeros dinosaurios carnívoros serían los depredadores más destacados de las tierras emergidas durante el Triásico Superior.
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