La respuesta que estos investigadores obtienen es que la reproducción sexual, con competitividad entre machos (normalmente) por aparearse y elección de las hembras (normalmente), es beneficiosa porque mejora la salud genética de la especie y la protege ante los riesgos de extinción. La clave está en la eliminación de las mutaciones genéticas dañinas y en eso es más eficaz la reproducción sexual que la asexual, afirman los científicos en la revista Nature al presentar su trabajo esta semana.
Los experimentos realizados han permitido comparar los efectos de mayor o menor intensidad de selección sexual en las diferentes poblaciones cuando son expuestas a una presión genética negativa fuerte como es la endogamia.
Desde 2005, estos científicos han realizado un experimento, en condiciones controladas de laboratorio, con escarabajos (Tribolium castaneum o escarabajo castaño de la harina) sometidos a dos diferentes regímenes reproductivos: uno de fuerte selección natural y otro, débil. En el primer grupo, y durante 54 generaciones, los individuos sexualmente adultos estaban en poblaciones sesgadas sexualmente en de 90 machos por cada 10 hembras, o a la inversa. En el segundo grupo se consentía la poliandria (una hembra o cada cinco machos) o se forzaba la monogamia (uno a uno). El resto de las condiciones de vida, tamaño poblacional, etcétera, se mantuvieron idénticas en ambos grupos.
Tras seis o siete años de experimento con esa fuerte o débil selección natural durante la etapa reproductiva de los escarabajos, comenzó la fase de experimentación –tres años- sobre el riesgo de extinción de los diferentes grupos, imponiendo a las poblaciones condiciones de endogamia, proceso que tiende a acumular en los individuos mutaciones genéticas dañinas.
El resultado es que las poblaciones de fuerte selección sexual mantenían una salud genética superior y resistieron a la extinción ante la endogamia, incluso 20 generaciones de hermanos y hermanas cruzándose en cada una de ellas. Y la supervivencia fue superior en las familias de fuerte competitividad de los machos (90 por 10 hembras) frente a las sesgadas hacia las hembras (90 por 10 machos).
Sin embargo, las poblaciones de escasa selección sexual sufrieron un notable declive ante la endogamia y ninguna superó la décima generación, sobre todo las monógamas, que no pasaron de la octava. “En la población en las que las hembras no pudieron elegir al no haber competencia entre los machos, los problemas de salud aparecieron rápidamente cuando el parentesco entre las parejas empezó a estrecharse”, apunta Emerson.
La conclusión de los investigadores es que “la selección sexual es importante para la salud y permanencia de la población porque ayuda a eliminar en una población la variación genética negativa y a mantener la positiva”, explica Gage. “Para superar a los rivales y atraer parejas en la lucha por la reproducción, un individuo tiene que ser bueno en la mayoría de las cosas, de manera que la selección sexual proporciona un filtro importante y efectivo para mantener y mejorar la salud genética de la población”, continúa.
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