“Las celulas humanas”, aclara enseguida el líder del estudio, el investigador español Juan Carlos Izpisúa, “se han implantado in vitro en un embrión de ratón no intacto y no viable, y además se ha parado el experimento en un día, una vez que comprobamos que podía dar lugar a las tres capas embionarias [mesodermo, endodermo y ectodermo] de donde derivan todos los tipos celulares de un organismo; por lo tanto el experimento está dentro de las normas y protocolos aprobados por los comités reguladores”.
El trabajo es el tercero que sale de la factoría Izpisúa en las últimas tres semanas: el primero se publicó en Cell (un método para corregir las enfermedades transmitidas por la madre); el segundo en Science(una clave esencial del envejecimiento humano); y el de ahora en el artículo principal de Nature, con lo que el laboratorio del investigador español en el Instituto Salk de California se apunta las tres medallas olímpicas de la ciencia a la vez.
Los investigadores han colaborado con otros grupos de California, la Universidad de Tsukuba, la Universidad Católica San Antonio de Murcia, la Clínica Centro de Madrid y el Hospital Clínic de Barcelona. Las legislaciones estadounidense, japonesa y española no son idénticas en materia de embriología, pero en conjunto han permitido llevar adelante los experimentos con una variedad de fuentes financieras, incluida la Universidad Católica San Antonio de Murcia y varias fundaciones españolas y estadounidenses.
Pero caben pocas dudas de que esta línea de investigación está llamada a chocar con obstáculos éticos y legales a no mucho tardar. Un aperitivo: ya la publicación de este artículo en Nature se ha retrasado dos semanas porque WiCell, una organización sin ánimo de lucro de la Universidad de Wisconsin, en Madison, que almacena y distribuye líneas de células madre a los laboratorios de todo el mundo, exigió aclarar en el artículo que los experimentos de quimeras se habían hecho con embriones inviables. WiCell había aportado una de sus líneas celulares al trabajo, y quería evitar conflictos con sus donantes de células y sus accionistas.
Los verdaderos conflictos están aún por llegar. Un ratón con estructuras humanas que incluyen las tres capas germinales es una cosa, y producir en cerdos órganos y tejidos humanos para trasplantes es otra. Pero ese es el objetivo final de Izpisúa y sus colegas, y los experimentos preliminares de laboratorio ya están en marcha. Las dificultades técnicas, en este caso, palidecen frente a los escollos éticos y legales, y esta vez no podrán arreglarse añadiendo una frase a la investigación.
A Izpisúa tampoco le van a faltar apoyos. “Es la línea de investigación para generar tejidos y órganos más realista, seria e interesante”, dice Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), una referencia mundial en su campo. “Se trata de usar a los cerdos como incubadoras de órganos humanos, y esto resolvería el grave obstáculo de la escasez de órganos y todos los problemas de rechazo inmunológico, además en un tiempo razonable”. El que tardaría el cerdo en generar un órgano humano trasplantable a un enfermo.
Con todo, y por mentira que parezca, Izpisúa cree que nada de esto es lo más importante del trabajo. “Sé que las quimeras y los asuntos éticos y legales serán lo más jugoso, pero para mi la clave es otra: el concepto de continuum y evanescencia de las celulas pluripotentes [capaces de transformarse en cualquier tejido del cuerpo] durante el desarrollo del embrión; si el estado temporal y espacial de las células madre coincide con el del desarrollo del embrión huésped, las células se incorporan y diferencian normalmente; creo que esto es la esencia y lo mas importante del artículo”.
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