Hay algo que una simple abeja puede hacer mejor que muchas empresas farmacéuticas: llegar con su veneno al sistema nervioso central. Por eso algunos equipos de investigación estudian las sustancias que segregan avispas, abejas o escorpiones con la esperanza de desarrollar nuevos fármacos. En España, uno de esos equipos ha creado un nuevo tipo de moléculas a imagen y semejanza del veneno de abeja que podría servir en un futuro para tratar muchas enfermedades del cerebro, desde el alzhéimer a la esquizofrenia pasando por el cáncer.
“Creo que somos el único grupo del mundo que está estudiando venenos para intentar llevar al cerebro nuevos fármacos”, explica Ernest Giralt, químico e investigador del Instituto de Investigación Biomédica (IRB), en Barcelona. Giralt coordina el programa de química y farmacología molecular en su instituto. Su especialidad son los péptidos, pequeñas proteínas como las que segregan algunos animales venenosos y que se pueden diseñar para que tengan propiedades a la carta.
Tu cerebro tiene tantos capilares que puestos uno detrás de otro medirían 600 kilómetros y ocuparían una superficie de 20 metros cuadrados”, explica. Todo ese entramado compone la llamada barrera hematoencefálica, un muro responsable de proteger a este órgano de virus, microbios y otros ataques. Esta muralla, dice Giralt, es la responsable de que “la tasa de éxito de los nuevos tratamientos para el sistema nervioso central sea tan patéticamente baja”.
Y la necesidad de llegar al cerebro es grande. Por ejemplo, en los últimos 50 años apenas se han creado nuevos fármacos contra muchas dolencias psiquiátricas. Mientras, enfermedades neurodegenerativas sin cura como el alzhéimer amenazan con convertirse en una epidemia en las envejecidas poblaciones de los países desarrollados.
Más información: http://elpais.com/elpais/2014/11/07/ciencia/1415388665_963150.html
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